La lectura del canto de Hesíodo Trabajos y días, un poema de la Grecia arcaica, nos introduce en el contexto de un mundo caracterizado por (1) un tipo de trabajos no mecanizados por medio de los cuales se llega a conocer lo que cada cosa es y (2) cómo aquellos fenómenos que sirven para delimitar el tiempo (movimiento de los astros, venida y marcha de las aves, actividades de los insectos, etc.) son los que delimitan cualitativamente el ámbito y la ejecución adecuada de estos trabajos.

El trabajo de la tierra sin más recurso que la propia fuerza física y unas pocas herramientas de trabajo (la azada, la pala, la sierra, etc.) te introduce en un contexto y en una serie de situaciones en las que aquello que generalmente entendemos por naturaleza cambia totalmente. Da un vuelco. Sobre todo para aquellos que estábamos acostumbrados, por cuestión de estudios y profesión, a concebir el territorio como formas y manchas sobre un plano. No es que esto último sea nada malo ni mucho menos: es una visión que proporciona certezas y que está basada en la búsqueda de lo cierto. En la concepción proyectual fundada en las herramientas planimétricas, el perfil de un terreno es una línea o un conjunto de líneas que señalan algo medible y cuantificable. Modificar este perfil no consiste en otra cosa que mover dichas líneas en una herramienta de CAD. Introducir una hilera de árboles es también sencillo: consiste en un copiar-pegar que entiende poco de cuáles son las especies que se adaptarán sin dificultad al entorno o cómo se ha de enmendar el suelo para que prosperen.

Lo importante del plano topográfico y del estudio del lugar realizado ad hoc es que la naturaleza se presente como aquello a disposición del proyectista: las curvas de nivel están puestas para ser tomadas y modificadas con un toque de ratón, y los árboles en bloques para poder ser copiados e introducidos, tal y como los productos están a disposición en los lineales de un supermercado. El terreno es un dato objetivo en una representación cuya meta es colocar todo lo que sea posible ante el proyectista, dejarlo dispuesto del tal modo que éste pueda estar seguro de poder modificarlo con precisión*. Probablemente, aquellos que hayan pensado un trozo de bosque o de parque y hayan modificado algunas de sus pendientes por alguna razón (por ejemplo, trazar un camino, construir un pequeño mirador o una valla que ponga coto a los jabalíes) no hayan visitado nunca el lugar que proyectan. No les es necesario.

*Sobre esta concepción del mundo como imagen, puede leerse más en el conocido texto de Heidegger «La época de la imagen del mundo» (1938) en Caminos de Bosque (Holzwege).

Muy diferente es la noción del que trabaja la tierra en contacto con ella cada día. Éste conoce las especies y el perfil del terreno sin necesidad de dibujarlo. Sin haber delimitado nunca las parcelas que usa sobre un papel, sabe qué especies sobrevivirán y cuáles no durarán en cada una de ellas. Sabe de dónde hasta dónde da el sol de pleno, y sabe dónde hay sombra a partir de las cuatro en verano: esto puede ser el límite entre la vida y la muerte para un cultivo o un árbol joven recién trasplantado. Sabe dónde y cómo recoger el agua cuando llueve. Sabe cuántas veces tiene que remover la tierra para que de una buena cosecha y cuándo hacerlo. Entiende de las características del terreno y de las estaciones del año. Eso sí, carece de la visión total y abstracta que exige el proyecto. Sólo sabe de cosas particulares.

Algún aedo habló ya de estas cosas poniéndolas a cada una en su lugar, diciendo los trabajos necesarios para que cada uno de los cultivos dé fruto, y señalando también a una particular distribución de estas tareas en lapsos de tiempo según los movimientos de ciertos astros. Hoy en día (además de un conjunto dudoso de puras supersticiones) este poema resulta incomprensible para el que nunca ha puesto su atención sobre las cosas, sin más, al trabajar sobre ellas y lidiar con ellas sin que medie una representación que convierta las cosas en polvo.

Trabajos y días en la versión bilingüe de Glenn Most (2006), editada por LOEB.

Una lectura completa del poema (griego e inglés) u otra (castellano).

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